¿Alguna vez has escuchado hablar sobre la suspensión de pagos? Este temido estado en el que puede llegar a estar una empresa (e incluso un país) consiste en la incapacidad de pagar las deudas que le competen por falta de liquidez. Esta situación no solo afecta a los proveedores de la empresa sino que resulta perjudicial para los mismos trabajadores, quienes se ven expuestos a que no le paguen su salario o que incluso incurran a un despido colectivo que lo involucre.
Ante todas estas posibilidades, en México existen mecanismos legales que buscan respaldar al trabajador. Por ejemplo, en caso de despido intempestivo, en presencia de la comisión de conciliación y arbitraje correspondiente, el trabajador podrá, a su discreción, solicitar la reincorporación al trabajo que ha realizado o la indemnización de tres meses de salario. Sin embargo, lo más idóneo es que sea el mismo empleador que tome acciones frente a estas circunstancias para poder evitarlas y sacar a la empresa adelante sin perjudicar a sus trabajadores.
Partiendo de lo último que se ha mencionado, existen 2 grandes posibilidades de acción frente a una situación de suspensión de pagos:
Solución A: Vender patrimonio
Cuando se vende patrimonio lo que se hace es convertir el patrimonio no productivo de la empresa en dinero bancario o efectivo. Es decir, lo que se hace es traspasar activos que no son eficientes para poder aumentar la cantidad de dinero y trasladar la frontera entre una situación y otra, en una que nos puede beneficiar para poder hacer frente a los pagos.
Esta solución tiene un problema muy grave y es que, para que realmente sea efectiva, lo que se tiene que vender es patrimonio que no sea efectivo. Es decir, si nosotros tenemos un negocio donde confeccionamos ropa y vendemos las maquinas de coser para poder aumentar la cantidad de dinero, lo que estamos haciendo es perjudicarnos porque estamos disminuyendo nuestra capacidad de producción y, por ende, limitamos nuestra capacidad para generar más dinero.
Solución B: Renegociar la deuda
Es decir, intentar convertir parte de la deuda a corto plazo en deuda a largo plazo. Ello permitiría que la empresa vuelva a una situación financiera normal de tener un fondo de maniobra. La cantidad de deuda que tiene la empresa es exactamente la misma que antes, pero a corto plazo ya no se siente que la empresa esté económicamente ahogada.
Sin embargo, el problema en sí surge cuando la empresa ha entrado a una situación de concurso de acreedores, en la cual hay que renegociar la deuda en su totalidad debido a que los acreedores están exigiendo el pago inmediato de la misma.
¿Te resultó útil esta información? Cuéntanos en los comentarios si alguna vez has estado cercano a una situación así y cómo la gestionaste tú o la empresa en la que estabas.
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